He cerrado ya la puerta.
Es tarde.
No insistas en llamar
si no te queda voz
ni razones para hablar
de nada
ni tampoco de nosotros…
Luis Antonio González
Cuando se es joven todos hemos querido atravesar el “Bosque Encantado” envolvernos en su misterio, en su magia, pero se ha de tener mucho cuidado al atravesarlo porque -al igual que la vida que todo lo erosiona y nos lleva algunas veces a relaciones deshumanizadas, frágiles, inestables, desengaños amorosos- al cruzar el bosque puedes quedar también prisionero de un encantamiento.
Quizás el poemario “Confieso el vacío” (E. Anroart), se fue creando a través de ciertos hechos personales ocurridos al poeta. Circunstancias, chispazos que le han provocado un lenguaje casi irracional, un gusto, un deseo de resucitar los recuerdos, o enterrarlos. Contemplar su propio vacío, someterse a la vida, a la sensación de fracaso, al fragor del desencanto. A la poesía, el recurso que siempre tienen los poetas para alimentarse, para recuperar energía.
“Confieso el vacío es una reflexión profunda de esa puerta abierta al mundo, de su derrota ante la amada, de su existencia teñida de desasosiego. Y su deseo de ser transportado de la sombras de un amor casi obsesivo, a la luz.
Una confesión tan desnuda que en algún caso se podría considerar como una manipulación de sentimientos, un ritual de humillación, pero el poeta tiene esa imperiosa necesidad de mostrar, de contar, de sacarse los demonios, los sueños y las pesadillas, desvelar asuntos. Manifestarse a modo autobiográfico.
El amor siempre fue una constante en la inspiración de Luis Antonio, pero ahora el goce de la pérdida, el rencor, el grito y el resentimiento, han sido su salvación.
La sensibilidad del poeta quedó reflejada desde su primer poema ¿Me escuchas? en el 2.003, cuando Luis Antonio tenía sólo diecisiete años. Hoy su obra poética domina el verso, irradia un equilibrio, una emoción y al mismo tiempo una gran valentía. Tiene ya cuatro libros editados y próximamente publicará un nuevo poemario.
Si tuviera que elegir un conjunto de poemas de Luis Antonio González, un conjunto de versos que reflejen las angustias, los deseos, el amor y el desamor, el alma del autor, no dudaría en escoger los que ha reunido en “Confieso el vacío”. Un libro que exhibe unas ilustraciones de Máximo Riol, unas ilustraciones que parecen objetos sueltos en ausencia de gravedad. Muy bellas.
Mi enhorabuena por este nuevo libro, por mostrarnos este amor tan humano.
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